Un vuelo de Delta Air Lines con destino a Atlanta vivió momentos de máxima tensión cuando uno de sus motores comenzó a incendiarse poco después del despegue desde el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles (LAX). El incidente, ocurrido el 18 de julio de 2025, obligó al Boeing 767-432(ER) a regresar de inmediato mientras se activaban los protocolos de emergencia. A bordo iban decenas de pasajeros que, en cuestión de minutos, pasaron de un vuelo rutinario a una experiencia de alto riesgo.
El vuelo DL446 despegó con normalidad, pero a los pocos minutos la tripulación detectó lecturas anómalas en el motor izquierdo. Estas se convirtieron rápidamente en alarmas que advertían un incendio, lo que llevó a la cabina a declarar una emergencia y solicitar autorización para volver. Los controladores de LAX despejaron el espacio aéreo y coordinaron el aterrizaje con unidades de emergencia apostadas en pista.
En tierra, los equipos especializados se prepararon para una posible catástrofe, mientras los pasajeros se aferraban a sus asientos en un ambiente cargado de nerviosismo. Gracias a la pericia del piloto y la reacción inmediata de la tripulación, el aterrizaje se realizó sin mayores contratiempos. Ninguna persona resultó herida, y los ocupantes fueron reubicados posteriormente en otra aeronave rumbo a Atlanta.
La imagen del avión regresando con fuego visible en uno de sus motores se viralizó rápidamente en redes sociales y plataformas de aviación, reavivando el debate sobre seguridad aérea. Aunque el siniestro no dejó víctimas, se trató de una de las situaciones más delicadas vividas en el espacio aéreo estadounidense en lo que va del año.